Siempre se ha dicho eso de que sobre gustos no hay nada que escrito, o que el libro de los gustos está en blanco, para destacar que cada cual tiene sus propias preferencias. Y aun en una sociedad como esta, donde nos intentan siempre fagocitar para ser lo más parecidos posibles, alienados por el consumismo, esas preferencias siguen saliendo a la luz. Hay personas que disfrutan muchísimo con un estilo de música determinado, y otras que lo aborrecen. Las que se entusiasman con los blockbusters de acción y los que prefieren esas películas europeas independientes tan llenas de verdad. Los gustos se llevan a todas las parcelas de la vida, desde la cultura a la gastronomía, pasando también por la sexualidad. Nos atraen personas que tal vez no tengan nada que ver entre sí, pero siempre tenemos ciertas preferencias “ideales”. Por ejemplo, los hay más de rubias que de morenas, o los que tienen un fetiche especial por las chicas latinas, o las asiáticas. Así mismo, la disyuntiva entre maduras y jóvenes siempre ha estado presente en los debates entre hombres.
Los gustos no son algo inamovible, aunque muchas veces pensemos que sí. Van cambiando con el tiempo, y adatándose también a nuestra propia situación, porque de esta manera podemos entender mucho mejor qué es lo que está ocurriendo ahí fuera. Los gustos nacen de nuestras propias experiencias, y aunque nos creamos muy diferentes al resto, siempre habrá una manera de rastrear las razones por las que nos entusiasma tal o cual cosa. Esa canción que nos recuerda a nuestros abuelos, esa película que nos hace sentir como la primera vez que la vimos, ese plato que desata en nuestro interior todo un cúmulo de reacciones químicas excitantes… Con las mujeres pasa lo mismo. Uno empieza queriendo tener sexo con todas, pero normalmente se va refinando con el paso del tiempo. Al principio buscamos a chicas más de nuestra edad, aunque siempre están los que se fijan en las mujeres más maduras, por ser más experimentadas. Conforme crecemos, la diferencia se hace más patente entre maduras y jóvenes. Llegamos a un punto en el que, perdida ya la juventud, empezamos a fijarnos más en esas teens que nos recuerdan la lozanía de los mejores tiempos. Entonces, ¿cómo elegir entre unas y otras?
Una cuestión de gustos
Nosotros nos vamos a concentrar en las amantes profesionales a la hora de llevar a cabo este debate, puesto que muchos clientes deben tomar esa decisión al buscar un poco de placer. En los burdeles, en Internet, encontramos perfiles de chicas para todos los gustos. De hecho, con un poco de paciencia y dinero en la cartera podremos tener el encuentro sexual que siempre habíamos soñado, de la mano de esta amante que estará encantada de compartir con nosotros una pasión tan suculenta. La chica ideal que sea tal cual la teníamos en nuestras más calientes fantasías. Madura o joven, eso ya lo decidimos nosotros, pero siempre ardiente y excitante, porque es lo bueno de ir directamente a por las amantes profesionales.
Las maduras, experiencia y saber estar
Empezamos por las más veteranas, aquellas mujeres que seguramente lleven ya mucho tiempo dentro de este negocio del sexo de pago. Esa es su principal característica, la experiencia que han ido obteniendo a lo largo de esos años, y que ahora les permite canalizar de una manera más especial el placer que los hombres necesitan sentir con ellas. En el mundo del sexo profesional, cualquier chica por encima de los 35 años ya pasa a ser una madurita, aunque es cierto que esa edad todavía es algo corta. Como no hay tantas escorts pasados los 40, se tiene que tirar de mujeres algo más jóvenes para completar esa “categoría”, como ocurre también en el cine para adultos.
El caso es tener muy claro que estas mujeres son expertas en el placer porque suelen llevar al menos una década trabajando como escort. Si son buenas profesionales se mantienen en forma, y tienen cuerpos exuberantes y morbosos, que nos van a saber a gloria cuando los probemos. También suelen ser chicas mucho más elegantes y con más saber estar, habiendo tenido ya experiencia en todo este tipo de encuentros y en el acompañamiento a los hombres. Por eso, las maduras consiguen que los clientes se sientan cómodos desde el primer momento con ellas, y esto también es algo muy importante y a tener en cuenta a la hora de escogerlas.
Las jóvenes, intensidad y morbo
Las jovencitas menores de 22 años son mayoría dentro del mundo del sexo profesional hoy por hoy. Chicas ardientes que normalmente combinan estos encuentros con otro trabajo, o con los estudios, para sacarse algo de dinero mientras se preparan. Se las conoce como teens por el prefijo inglés que alude a su juventud, y que aparece también en la palabra teenagers, por ejemplo. Algunas de ellas están recién iniciadas, y lo habitual es que no tengan mucha experiencia, pero sorprenden bastante porque en poco tiempo son capaces de aprender muchísimo en este tipo de servicios. Esto las hace igualarse un poco más con las veteranas, haciendo que la diferencia en este sentido no sea tanta.
La intensidad que entregan cuando están en un servicio sí que marcará la diferencia entre las jóvenes y las más maduras. Cuando tienes 20 añitos estás en tu plenitud sexual y puedes aguantar polvos toda la noche. La energía que desatan estas chicas es absolutamente brutal y pueden hacer realidad cualquier fantasía que los hombres le pidan, porque las nuevas generaciones tienen la mente muy abierta. El morbo que provocan en nosotros es irresistible en muchos casos, porque estamos hablando de chicas que son monumentos, con cuerpos perfectos, lozanos y sensuales. Labios carnosos, curvas exquisitas, picardía y mucho vicio… ¿se puede pedir más?
Lo importante es tener la mente abierta
Para nosotros, elegir cualquiera de esas dos opciones siempre será un acierto cuando tengamos claro lo que queremos. La mente abierta y la pasión a flor de piel, eso es lo que nos permitirá alcanzar ese disfrute que ansiamos, sea con una madurita o con una joven recién iniciada. Intenta encontrar a la chica que más te guste y llámala para conocer sus servicios, pero déjate llevar también por tu instinto. Que sea tu deseo el que hable y te dirija hacia la amante que necesitas, porque así seguro que no te vas a equivocar jamás, escogiendo a la que más te pone. Y por supuesto, mantener la mente abierta para probar no solo a chicas de un tipo, sino a todas las que puedan interesarte.