BDSM, falsos mitos sobre este tipo de prácticas

Publicado el 17 de septiembre de 2019 - Autora: Beatriz

Hablar de sexo sigue siendo todavía algo tabú en ciertos sectores, algo que muchos no se atreven a hacer en según qué situaciones. Hablar de sexo es poner una parte íntima nuestra en liza, aunque hay gente que no tiene ningún problema en ello, porque lo entiende como algo natural. Sin embargo, hay todavía tabúes dentro del propio sexo. Prácticas que parecen demasiado extremas, y que solo son llevadas a cabo por personas con gustos “especiales”. El sadomasoquismo, también conocido como BDSM por las siglas de bondage y sadomaso, es un conjunto de prácticas donde el sexo se lleva un poco más allá, rozando incluso el dolor en algunos momentos, para hacer que la relación sean aún más excitante.

Siempre se ha dicho que sobre gustos no hay nada escrito, y desde luego, hay mucha gente que tiene este tipo de experiencias sexuales como algo maravilloso, algo que les encanta experimentar. Sin embargo, no se atreven a comentarlo, al menos en la mayoría de los casos, porque sencillamente piensan que les van a mirar mal. Que nadie entenderá porqué utilizan ese tipo de juguetes sexuales en la cama, o porqué disfrutan tanto con el sexo extremo, yendo más allá. En la mayoría de los casos, lo que se busca es algo especial, algo que deje atrás la rutina de los típicos placeres, para profundizar más en una nueva manera de entender el sexo.

‘La practican personas desviadas’

Es uno de los mitos más recurrentes cuando hablamos de este tipo de prácticas. El sadomasoquismo es algo demasiado extraño como para ser normal, así que los que tienen este tipo de apetencias sexuales son auténticos desviados, personas que no son capaces de tener una vida sexual sana y “normal”. Es evidente que eso de normal dentro del sexo es algo tremendamente relativo, porque al final lo normal es aquello que cada cual considera como algo lógico. Y si nos gusta ser esposados a la cama y que nos azoten de vez en cuando, eso es totalmente normal para nosotros y disfrutaremos de ello mucho más que los que se niegan a entender que el sexo pueda ser así de intenso.

‘El hombre es el único dominante’

Es otro de esos mitos que resultan totalmente falsos, pero que muchos toman como absolutamente esenciales para hablar del BDSM, siempre desde fuera, claro está, sin tener ni idea de lo que están diciendo. Este tipo de prácticas son seguramente las más igualitarias que se dan en el sexo. La chica puede ser la dominante, de la misma manera que puede serlo el chico. Los papeles muchas veces se cambian, aunque también dependerá del rol que cada cual quiera tomar. En ocasiones, los sumisos son los chicos, y dejan que sus chicas les hagan cualquier cosa, porque lo que quieren es ser dominados, estar completamente al servicio de su pareja. Mientras ambos estén de acuerdo, en el sexo vale todo.

‘Se basa en ejercer la destrucción y el abuso en la otra persona’

En ningún caso el BDSM supone la destrucción o el abuso de nadie. Es simplemente llevar la relación a un nuevo nivel. Hay que personas que solo disfrutan del sexo de una forma muy concreta, y otras que prefieren explorar mucho más, conocer muchos más tipos de placeres, desentenderse de todo lo que es la rutina y lo típico, para dar un paso más allá. Eso supone el BDSM, ser conscientes de que nuestros deseos son tal vez poco usuales, pero son tan buenos como los de cualquiera, y deberíamos hacerlos realidad. Incluso cuando supongan un juego de dominación y sumisión, o haya azotes de por medio, porque eso también puede ser excitante.

No a todos les pone lo mismo. Y no por ponernos más el sexo duro vamos a ser peores personas, ni más raras, por tener otras apetencias sexuales. No deseamos maltratar ni abusar de nuestra pareja si queremos llevar a cabo este tipo de prácticas con ella. Es simplemente que nos gusta entrar en ese juego, algo más extremo. La sumisión termina en cuanto el juego se acaba, y luego, cada cual tiene su manera de afrontar la relación. El BDSM no se lleva más lejos de la alcoba, y es simplemente una forma distinta de entender la pasión y el placer, de sacar lo que llevamos dentro, al fin y al cabo, algo totalmente necesario para cualquiera.

¿Qué pueden aportar estas prácticas a la relación de pareja?

Además del propio placer que producen este tipo de prácticas a aquellos que realmente las disfrutan, el BDSM supone ir un paso más allá en cuanto a la relación, en la confianza y en la forma de entender el sexo. Escapar de la rutina que muchas veces aprisiona a una pareja y que la ahoga hasta destrozarla. Es descubrir que hay mucho más que disfrutar de lo que imaginábamos, estar abiertos a nuevas formas de pasión y sensualidad, a nuevos modos de pasarlo en grande. Siempre podemos probar, y si no nos gusta, dejarlo ahí. Pero al menos no nos cerramos en banda a este tipo de prácticas.

La confianza debe ser absoluta en este tipo de prácticas, y eso es algo evidente porque estamos en manos de nuestra pareja en situaciones que pueden ser algo peliagudas, como el hecho de estar maniatados o esposados. ºpara poder ir más allá en el placer y descubrir nuestro lado más oscuro y prohibido, para poder disfrutarlo de verdad.

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